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Diccionario Falasófico de Kubak
Ironía: Usualmente los doctores no saben nada, pero nuestras vidas dependen de sus consejos
Periodismo: Dicese del ofició de hilvanar mentiras cotidianamente dichas a los desposeidos en beneficio de los poderosos
Diccionario Falasófico de Kubak
Ironía: Usualmente los doctores no saben nada, pero nuestras vidas dependen de sus consejos
Periodismo: Dicese del ofició de hilvanar mentiras cotidianamente dichas a los desposeidos en beneficio de los poderosos
Diccionario Falasófico de Kubak
Ironía: Usualmente los doctores no saben nada, pero nuestras vidas dependen de sus consejos
Periodismo: Dicese del ofició de hilvanar mentiras cotidianamente dichas a los desposeidos en beneficio de los poderosos
Mini cuento
por Alexander Kubak
Era un desierto de abundante fealdad, a los lados del camino había arbustos, algunos chamuscados, otros secos. También el suelo, carcomido por el sol, parecía arrugarse por un insoportable dolor. A lo lejos no se veía nada más, el cielo, parecía estar sumergido en un eterno atardecer nostálgico y ensangrentado. Más al fondo, nubes negras y destellos de fuego. Francisco ya no recordaba desde cuando caminaba por aquellos parajes, pero tenia la sensación de que no había hecho otra cosa en su vida.
De pronto vio a lo lejos un rio amarillo y rojo que humeaba. El olor que esté producía era insoportable así que tuvo que taparse la naríz con su sucia y rota camisa.
Pero conforme se fue acercando vio la silueta de algo que se movía. Al principio pensó que era un animal, pues estaba encorvado y peludo, pero de pronto se dio cuenta que en realidad era una especie de hombre. Traía un traje sastre raido y enlodado y una corbata. Parecía estar escarbando con una rama cerca de la rivera, como buscando algo. Francisco, al principio temeroso, decidió acercarse, y como hacía tiempo que no veía a nadie, incluso un ser encorvado y deforme era mejor que el silencio y la soledad. Caminó despacio y con cautela y desde cierta distancia dijo:
-Hola, le deseo un buen día.
El ser lo volteó a ver y le dijo con una voz chirreante y molesta:
-¿Qué tiene de bueno y porqué me molestas?... ¿qué no ves que estoy ocupado?- el hombrecillo seguía escarbando.
-Disculpe –le dijo un poco desconcertado- no era mi intención molestarlo.
-Entonces no lo hagas, -lo volteó a ver y continuó escarbando.
-Pero que es lo que busca, tal vez si me dice le pueda ayudar…
-No lo recuerdo…
Y entonces…¿porqué lo busca?
¿Porqué me molestas?, no tienes algo mejor que hacer ¿que acaso no sabes que el tiempo es oro?
-Es que no he visto a nadie desde hace tiempo y pense que podiamos…-se apresuró a decir- pense que podía ayudarle, ¿y desde cuando esta buscando eso?
-Tampoco lo recuerdo, pero no importa.
-¿No?
-No, lo importante es tenerlo, ya te dije… y no me molestes más que no puedo concentrarme en lo que estoy haciendo.
De pronto el hombrecillo comenzó a escarbar con mayor intensidad, con el palo y con las manos sucias y ensangrentadas de tanto buscar. En la tierra empezó a notarse un objeto metálico que lanzaba destellos dorados. El ser empezó a respirar agitadamente, como excitado por algo.
-Si, la tengo –tomo en sus manos lo que parecía una vieja moneda de oro, la limpio de la tierra y la inspeccionó cuidadosamente y la mordió- ya, ya la tengo.
Cuando el hombrecillo guardó la moneda en una bolsa que traía amarrada y que parecía estar agujerada, comenzó a salir lodo de la bolsa. Repentinamente se borro la sonrisa de su rostro, otra vez se le veía angustiado por algo y continuó escarbando con la misma obstinación de antes.
-¿Y ahora que busca?
-Cómo que que busco, ya te lo dije.
-Pero si acaba de encontrarlo.
-De que hablas…yo no tengo nada, vamos aléjate, -hizo una seña con su rama como auyentándolo- largo de mi propiedad, todo esto es mio.
-Lo entiendes… ¡mío!
El hombrecillo comenzó a agarrar la tierra como queriendo retenerla, y empezó a comerla. Entonces empezó a gritar irritado escupiendo la tierra:
- Vete, largo de aquí.-El hombrecillo comenzó a agitar su palo, como queriendo intimidar al forajido.
-Vamos, porque me molestas, ¿quién eres tu?,¿eh?
-Yo…
-¿quién te mando? Tú quieres encontrarlo primero ¿verdad?
No, yo…
-No permitiré que lo hagas…aunque tenga que matarte.
-No, espere, nadie me mandó.
No, no te creo, pero no lo tendrás, no te lo permitiré, es mío, mío y de nadie más. ¿Lo entiendes?
-Si está bien, yo no quiero nada, sólo pensé que podíamos hablar, llevo muchos días caminando y usted es la primera persona que encuentro.
-No vez que estoy muy ocupado, vamos vete ya –el ser le dio la espalda y continuó buscando… otra vez encontró una moneda.
De pronto, el cielo se ensombreció y comenzó a llover. Francisco decidió continuar su camino.
LA SILLA
El término correcto es electrocutación. Bueno, si alguna vez has sentido choque eléctrico, ahora multiplica esa sensación por 10, siente cómo tus músculos se contraen infinitamente, y como algo asi como una serpiente venenosa, penetra en tu cuerpo, quema tus organos, musculos y piel, además claro, el típico aroma a pollo quemado, el humito, pero bueno, para ese entonces ya no sentiras nada, puesto que tu cerebro ya estará bien frito. Pero no importa, porque tus ejecutores, los familiares de la víctima, y tus parientes, podrán disfrutar del espectáculo completo. Y finalmente, el pueblo, la nación, o el estado de tu afiliación habrán saldado la cuenta. Bueno, así era en los viejos tiempos. Ahora con la inyección letal te anestesian y paralizan, y pues el espectáculo cobra un aire más humanitario, más etéreo, como quien dice, más bonito, pero para el caso es lo mismo, te revientan las bolas y ya no podrás usarlas nunca más.
Julián tiene 27 años. Vive en un pequeño departamento rentado en el mero centro de la ciudad, en uno de esos edificios construidos en tiempos del paternalismo mexicano. El edificio tiene esa fealdad peculiar que indica cierta premeditación maliciosa del arquitecto. Los pequeños mosaicos cuadritos-verde-azulosos de la fachada insinúan la conformidad que el edificio reclama a sus habitantes. Su departamento tiene una sola habitación, un comedor, un pasillo al fondo que sirve como cocina, y un baño con una ventana que da hacia un tragaluz. Cuando la ventana esta semi-abierta se pueden ver otras tantas ventanas que dan hacia departamentos más o menos idénticos. En el departamento de enfrente vive la doña. A veces Julián cede a la curiosidad de mirar la vida paralela que ocurre enfrente. La doña suele usar el baño cada noche más o menos a la misma hora, y aunque no logra distinguir gran cosa, pues la ventana está relativamente opaca, ve su silueta enmarcada en un color amarillo chillón, la sombra permanece suspendida en el mismo lugar durante algunos minutos. Por lo demás, a veces se encuentra a la Doña que sale en las mañanas a regar las tres macetas que están a la entrada de su puerta metálica color café.
Julián vive solo. No le gusta su jaula, como el mismo la llama, pero la costumbre ha hecho que se le olvide constantemente el desagrado que le produce el encierro. Además, procura pasar la mayor parte del tiempo fuera. Hoy por la mañana no fue la excepción. Julián tomó su sombrero, (un sombrero de lana roja, un tanto ridículo, que a su rostro delgado y pálido le da un aspecto un tanto despreocupado), bajó las numerosas escaleras y se lanzó a la calle. Afuera el día estaba bastante saturado y los rayos del sol eran más amarillentos que de costumbre. El cielo tenía un color blancuzco, resaltando la suciedad de las cosas. Julián pensó en agarrar una carcacha-cucaracha ecológica, en esta parte de la ciudad rara vez se ve un BMW, (a menos que sea un político en busca de la venturosa vida nocturna de los barrios bajos), pero la sensación de saciedad que irradiaba el día le pareció más atractiva y decidió caminar.
Julián se sentía con ganas y el día pintaba bien para ir al mercado de pulgas. Extrañamente, Julián sentía cierta fascinación por estos días reverberantes. Pasó a un lado del puesto de revistas que empasilla la banqueta con el edificio de enfrente, no sin antes mirar de reojo las revistas pornográficas, sobre todo las más explícitas y vulgares con mujeres grotescas y exageradas, de esas que ojean impúdicamente los camaradas en los microbuses. Una de las revistas tenía en la portada a una mujer de unos 35 años, ligeramente desparramada, con la piel blancuzca y el cabello negro, el calzón también negro de nylon trasparentoso que dejaba ver parte del pelo púbico, la mirada lasciva enfocada en él. Esta imagen se impregnó en su cerebro y lo acompaño unos cuantos segundos. ¿O será el quien quiso conservarla en su memoria?
Adaptación: El Mal Cristalero.
EN NEGRO
TEXTO EN LETRAS BLANCAS SOBRE FONDO NEGRO
Hay naturalezas contemplativas y completamente ineptas para la acción. Pero que, por un impulso misterioso y desconocido, obran a veces con una rapidez de la que ellas mismas se habrían creído incapaces.
CHARLES BAUDELAIRE
(Sugerencia: se puede complementar con una voz en off que lea el texto)
FADE IN
1 INT-DIA-OFICINAS
V.O. BAUDELAIRE
(Simultanea a la acción)
No pueden realizar las cosas más sencillas y necesarias, pero en un momento determinado, encuentran un plus de valentía para ejecutar los actos más absurdos y a menudo los más peligrosos. Se trata de una energía que brota del aburrimiento y de la fantasía, y aquellos en los que se manifiesta suelen ser los seres mas indolentes y los mas soñadores.
GUSTAVO esta sirviendo una tasa de café. Ha servido de más en el último vaso de unicel. Lo pone sobre una charola en la que ya están servidos otros vasos. Camina torpemente y derrama parte del contenido. Cuando intenta entregar el café lo tira sobre los papeles que están en la mesa de su compañero. Se disculpa torpemente y mientras trata de arreglar el destrozo ensucia los papeles restantes. Incluso esta apunto de tirar la charola. Su compañero se molesta y lo insulta.
V.O. BAUDELAIRE
(simultanea a la acción)
Un amigo mío, Gustavo González, trabajaba en la oficina de ocho a seis. Siempre llegaba puntual. De todas las personas en la oficina el había pasado más tiempo en el mismo puesto y nunca le habían dado un ascenso. Se encargaba de mantener los papeles en orden y vaciar la información en las computadoras. Nadie se imaginaba lo que hacia en su tiempo libre.
Vemos a GUSTAVO que esta archivando unos papeles. Después camina hasta la estación de fotocopiado y permanece ahí sacando copias mientras continua el relato del narrador. La luz de la copiadora ilumina su rostro intermitentemente. El resto del cuarto esta oscurecido.
2 INT-NOCHE-SALON
Vemos a un grupo de hombres rudos sentados en torno a una mesa más o menos redonda. La iluminación es escasa. Se miran seriamente sin proferir palabra. Voltean impacientes hacia donde esta Gustavo.
UNO DE LOS HOMBRES
Es tu turno.
Entonces vemos a Gustavo que tiene una pistola sobre su sien. Luce nervioso. El rostro le tiembla y su garganta trata de sacar un grito apagado. Esta a punto de llorar. Jala lentamente el gatillo, vemos como se levanta el disparador. La pistola truena, pero no se dispara. Gustavo tiene un ataque de risa enfermiza. Le pasa la pistola a la persona que esta a su izquierda. Esta gira el carrete donde están las balas. Y el rito comienza de nuevo.
3 EXT-DIA-CASA DE BAUDELAIRE
Llega un cartero a una casa. Toca varias veces el timbre. Nadie contesta. Mete una carta por debajo de la puerta. La carta entra por la abertura y se queda en el suelo junto a muchas otras. En un acercamiento vemos que son avisos de adeudo de la Compañía de luz. Adentro esta un hombre sentado parece extraviado en sus pensamientos. Se llama Baudelaire. Es una persona que tiene aspecto depresivo. Tendrá una expresión de tedio y apatía siempre, a menos de que se diga lo contrario.
Se levanta y se dirige al baño. Cerca del lavabo hay un gran charco de agua. Intenta averiguar lo que sucede y se percata que la tubería esta averiada. Va a su patio desordenado, donde busca hasta encontrar, una cubeta amarilla. La coloca debajo del lavabo para detener la fuga.
Baudelaire enciende su televisor, esta viendo un infomercial sobre un programa para hacer ejercicio. Esta aburrido y mira el aparato con poco interés. Aun así se deja convencer por el tono entusiasta del presentador, toma el teléfono y marca el número que aparece en pantalla.
3 EXT- OTRO DIA- MISMA CASA
Vemos al mismo cartero que trae un paquete. De nuevo suena el timbre. Como nadie sale el cartero habla.
CARTERO
Señor, traigo un paquete, no puedo entregarlo si no me firma de recibido.
Sale Baudelaire (vestido distinto para marcar el paso del tiempo).
BAUDELAIRE
Conque un paquete, ¿eh?
El cartero saca el paquete y se lo entrega.
BAUDELAIRE
¿Cuanto es?
Inserto de la cubeta que ya esta derramándose.
Nuestro personaje paga el paquete, firma el recibo de entregado y cierra la puerta. Coloca el paquete en una repisa donde hay otros paquetes similares sin abrir.
Va al baño otra vez. Lleva un vaso de vidrio vacío que llena en el lavabo. Ve que el agua esta regada por todas partes. El parece molestarse y lanza un conjuro pero su expresión facial recupera inmediatamente su aspecto apático de siempre.
BAUDELAIRE
Me lleva la chingada.
Saca la cubeta amarilla, vacía bruscamente su contenido en el retrete. La vuelve a colocar en el mismo lugar. Vemos como las gotas comienzan de nuevo su esfuerzo rítmico por llenar la cubeta.
Ahora nuestro pobre hombre esta en la cocina. Abre el refrigerador. Adentro solamente hay huevos y una que otra verdura podrida. Saca una caja de leche, la abre y al momento de vaciarla en un vaso, sale una sustancia que esta a punto de convertirse en requeson. Baudelaire no se sorprende. Agarra su vaso y tira el contenido en el plato de su gato. El gato se acerca, huele su leche y maúlla refunfuñante. Se aleja sin probar bocado.
4 INT- AUN OTRO DIA DESPUES- LA MISMA CASA DE SIEMPRE
V.O. BAUDELAIRE
Esa mañana me levante malhumorado, triste, cansado de no hacer nada, e impulsado según creía, a realizar algo grande, una acción brillante, y ¡ay!, abrí la ventana.
Baudelaire esta fumando un cigarro mientras contempla a través de la ventana, nada sucede afuera, el lugar esta desolado y aburrido. Cuando Baudelaire esta a punto de voltearse y cerrar la ventana pasa un vendedor de agua de garrafón. Delgado y de aspecto miserable. El vendedor emite un grito que pretende asemejarse al habla humana. Afuera los rayos solares están insoportables.
VENDEDOR
¡El aguaaa!
Baudelaire se sonríe de una manera maliciosa. Cuando el muchacho esta apunto de desaparecer nuestro protagonista lo llama.
BAUDELAIRE
¿Muchacho, qué es lo que vendes?
VENDEDOR
Vendo garrafones de agua señor.
BAUDELAIRE
Tráeme dos.
El joven luce contento por haber concretado una venta.
VENDEDOR
Ahora se los traigo.
VO. BAUDELAIRE
(Baudelaire espera y el muchacho sube)
Mientras tanto pensaba, no sin cierta satisfacción, que mi departamento estaba en el tercer piso, por lo que al muchacho le resultaría un poco penoso subir.
El muchacho llega jadeante con el primer garrafón. Esta sudando por el esfuerzo y el duro sol. Se limpia con la manga el sudor de la frente.
VENDEDOR
(tono amigable)
¿Esta haciendo calor verdad? Enseguida le traigo el otro señor.
El vendedor reinicia su procesión cuesta arriba, pero mas trabajosamente que la vez anterior.
Cuando llega con el segundo garrafón, mira a Baudelaire. El muchacho hace un gesto como de estar esperando algo. Como no recibe como respuesta otra cosa que una sonrisa, agrega:
VENDEDOR
Ahora solo necesito que me de los garrafones vacíos.
BAUDELAIRE
¿De que hablas? Yo no tengo ningunos garrafones vacíos.
VENDEDOR
Lo que pasa es que los garrafones son retornables. Si no los tiene va a tener que dejar el importe.
BAUDELAIRE
¿El importe? ¿Y cuanto me va costar este chistecito?
VENDEDOR
Son 20 pesos por cada garrafón, ahí van cuarenta, mas 50 del importe. Noventa pesos en total.
BAUDELAIRE
¿Que estas loco?
De ninguna manera voy a pagar noventa pesos por algo que cae del cielo.
Baudelaire empuja al muchacho hacia fuera.
BAUDELAIRE
No tienes vergüenza. Vamos, largo de aquí.
Baudelaire da un portonazo. El muchacho se ve desanimado. Comienza a bajar con mucha dificultad pues ahora lleva los dos garrafones a la vez. Cuando llega a la calle Baudelaire lo llama desde la ventana.
BAUDELAIRE
(gritando y en tono conciliador)
¡Oye muchacho! Espera, cambie de opinión.
Ahora vemos como el muchacho espera bajo la ventana. Pasa más de medio minuto sin que suceda nada. El muchacho empieza a impacientarse.
BAUDELAIRE
¡Muchacho!
En ese momento desde la ventana vemos como Baudelaire levanta la cubeta amarilla y lanza toda el agua inmunda sobre el muchacho.
BAUDELAIRE
Esta va por mi cuenta, no me la tienes que pagar.
VO. BAUDELAIRE
Estas bromas no están exentas de peligro, y a menudo pueden pagarse caras. Pero quien ha disfrutado por un instante un goce infinito. ¿Qué puede importarle la condenación eterna?
5 INT-NOCHE-SALON
En un acercamiento vemos como se suelta el gatillo de la pistola, y esta truena.
FIN
Las ideas.
Las ideas no tienen bien clara la noción del respeto a la propiedad privada. Hacen caso omiso a los letreros de Se prohíbe el paso. Entran por ventanas y puertas y se apoderan de todo. Las ideas en las noches permanecen más o menos quietas dentro de una caja de Pandora, pero salen en estampida por las mañanas. No le piden permiso a nadie. So pretexto de ocupar un espacio que de otra forma estaría vacío. Hay un momento por las mañanas, cuando todavía duermen y el ser puede asomarse al mundo. Pero las voces, tan pronto como ven la luz, se estiran lánguidamente y comienzan a hablar como enajenadas guacamayas. No se dejan acallar con tanta facilidad. Están ahí, y aunque la conciencia las llama por la perversión de sus apetitos mezquinos, la mayoría de las veces cobran vida propia. Las ideas no son de nadie. Flotan en el aire y los oídos las chupan indiscriminadamente. Los ojos las devoran y ya adentro hacen todos los destrozos que pueden. Pero su mayor descaro, es que se burlan de su anfitrión. Y es aun mas nefasto si las invitas de buena gana. Son mal agradecidas, agarran confianza y mientras mas tiempo pasas con ellas mayor atención reclaman. Aparentar ser tus amigas, pero no he conocido a ninguna que no sea hipocrita. Lo que quieren es vivir a costa tuya. Como parásitos. Al igual que los virus, a la intemperie pueden vivir por muy poco tiempo. Pero en la cabeza de alguien, toman la identidad de la persona y se apoderan de ella. Pueden hipnotizar y a veces ellas piensan erróneamente que son la persona misma. La obligan a hacer y decir cosas que, en su ausencia, la persona se avergonzaría de si misma. Tienen una gran habilidad para contagiarse. La persona piensa que las ideas son suyas, cuando precisamente sucede todo lo contrario.
Ocurre que las ideas son muy promiscuas y dentro de una cabeza fundan verdaderas Sodomas y Gomorras. Por su lascivia incontenida engendran verdaderos monstruos capaces de destruir universos completos. Las ideas por naturaleza son muy violentas y disfrutan mucho asesinarse unas a otras, en algunas cabezas, para evitar problemas legales, esta conducta se ha instituido como deporte nacional.
Las ideas viven y prosperan porque tienen a un aliado indestructible, ese aliado eres tú. O mejor dicho el miedo, de que el ser se contemple a si mismo. Por eso las ideas surgen, como por generatio spontanea con el único propósito de ocultar y velar aquello que esta mas allá.
La insoportable levedad del ser.
Esa es mi idea, me ayuda a vivir tranquilamente, cuando se haga vieja y no
pueda soportar los embates de otras ideas alguna otra tomara su lugar.
Viviendo en un sueño.
¿Te imaginas vivir un sueño del que no pudieras despertar?
¿Y si este sueño se convirtiera en una pesadilla?
Morpheus in the Matrix
Esta es mi historia, que cuenta precisamente, como un día cualquiera, me quede dormido, en un profundo sueño. ¿Haz escuchado alguna vez lo que dicen sobre los sueños? ¿ De que la vida es un hermoso sueño y que todo lo que ocurre en ella es porque así nosotros lo decidimos? Libertad llaman a este sueño. Yo fui alguna vez libre. O mas bien inocente. Creía en la bondad del mundo y en su belleza.
Ahora ya no creo en nada. Me gustaría despertar, pido a gritos despertar. Pero ya nadie escucha mi voz. ¿'Cómo gritar cuando vives dentro de un sueño? En un sueño estas solo. Los personajes del sueño no sospechan que estas en otro lado. Pero... si no puedes despertar. Tendrás que vivir este sueño hasta que termine. Y con el nuevo día, te darás cuenta que solo eras parte de un sueño. Un sueño que no será más.
Quieres gritar y llorar. ¿Pero, para qué? Te gustaría pensar que no vives un sueño. Te gustaría pensar que las cosas pueden cambiar. ¿Pero por donde empezar? Abandonando todo lo que es falso en ese sueño. Pues nunca nadie ha creído que los sueños son reales. Son solo espejismos de algo que está más allá. Pero en este sueño no hay un más allá ni un más acá. Solo esta el sueño, y por más falso que sea, es lo único que tienes.
Sabes que tienes que despertar. Es curioso, pero sí, se puede despertar dentro de un sueño. ¿Porqué te quedaste dormido? ¿Cuándo te quedaste dormido? No siempre fue así. Antes todo era. Todo era, todo debía ser. It has to be. It has to be. IT HAS TO BE. IT HAS TO BE. Renunciar, renunciar, aunque no quieras, un día despertarás. Pero, será dentro del sueño. ¿O cuando se termine el sueño, llegará un nuevo día? IT HAS TO BE. Estas tres palabras retumban desde el principio de la creación. Son su himno mas esencial. Pero, alguien te puso en este sueño. Y esto se puede repetir, repetir, repetir. Soñar, ser, ser y soñar. Ser devorado, comer, tragar, y volver a ser. La creación que se alimenta de si misma. La inteligencia que roba otra inteligencia, la inteligencia, la repetición del orden. Todo se come a todo. Quien devora hoy, mañana será presa. No se puede despertar.
- ¿Porqué, Creador? Que quieres de mí. ¿Porque yo?. Porque de todos los posibles infinitos, ¿yo?
- Because it has to be. IT HAS TO BE FOREVER: ALWAYS. This is the only way. The infinite WAY.
Always you, always me. WE ARE ONE. WE ARE THE SAME.
Pero, yo no acepto esto. Puedo no ser. Comer un grano de arroz. Un grano, todos los días. No morir. IT HAS TO BE. No comer, no aceptar. COMER siempre comer: Oxigeno. Luz. Tierra. Agua. Plantas. Animales. Animales que piensan. Animales que hablan. Animales que crean. Imprimen nuevas inteligencias. Tiene que ser. Electricidad. Un soplo divino. El alma. Viajando, sin rumbo, a miles de kilometros por segundo. Miles de millones de años. Todo es posible. Todo es necesario. Todo. Siempre todo. Es todo o nada. La nada no existe, ergo, todo, todo es posible. Todo es. Todo será. La nada y luego todo, todo y luego nada. Comer. Devorar. Matar. Odiar. Destruir. Amor. TODO ES POSIBLE. Quiero gritar, pero nadie escucha mi voz. Mi voz se escucha siempre y en todas partes. Mi voz es la única voz. Es la voz universal.
Regresar al sueño, dormir otra vez. Siempre dormir.
Mil Barreras se Levantaron
Criatura divina que te disfrazas de diablo
no dejes que la máscara seas tu
Suavidad que enloquece, ángel caído
caíste en mi alma y ya no te quisiste ir
te mofaste con tu fortaleza, pensaste que
lo indestructible era cenizas
cuando el alma era una, preferiste que fueran dos
mi sangre hierve, ¿cuándo dejara de quemarme?
no quiero que pare, dolor, placer divino
como he de perdonarte, si jamás, pude odiarte
me regresaste la sangre, en mi bulle
mil barreras se levantaron, mil más se levantarán
y la osadía fue castigada con mil lenguas babilónicas
solamente a medusa temo, su mirada no es espejo
y con un espejo, medusa se petrifica
convertirnos en piedra, eso es lo que temo
Escribo porque tal vez el papel sea más duro que el humo de las ideas. Resucitar. Eso es lo que tengo que hacer. Sumido en una muerte aletargada, ya no sé lo que es cierto. Si la muerte aletargada o la pasión.
Todos escriben para ser leídos. A mi eso me importa, pero no tanto. Escribo para poderme leer. Es inconcebible vivir así, pero no conozco otra manera de hacerlo. Cada vez mas, la forma, se convierte en el recorte de mi vida. El dolor, pasa a segundo término. Un día soleado es al principio bello. Pero con el tiempo, si se usa una lupa adecuada, se pueden recrear falsos días soleados siempre. Es inhumano seguir así. ¿Pero acaso importa? Ya no recuerdo cuando dejo de importarme. Pero se que esto es inaceptable. Aún así, el mundo es igual de indiferente, o tal vez hasta más. Es verdad que cada hombre debería bastarse a sí mismo. Así como cada célula, cada planta, y cada animalito se procura su propia existencia como mejor puede y sin tener grandes expectativas. En realidad sin tener ninguna. La indiferencia es la norma, el hombre es anormal. Le reclama a un ser imaginario, que debería ser el guardián de su destino. ¿Con quién habla este loco? El miedo parece organizar las cosas. El miedo y la autocontención. El castigo, la culpa, jamás se habla de perdón. Dios es el encargado de otorgarlo. Pero ya cuando es demasiado tarde.¿ Cómo perdonar lo imperdonable? No se puede volver el tiempo atrás. El presente es siempre una limitación de las posibilidades. No se trata de patalear como un niño que hace berrinche. Eso es inútil. El niño se contrae, la madre lo toma en sus brazos, y el se conforma con mirar. La aceptación facilita las cosas, pero nos quita todo lo humano que pueda haber en nosotros. Creer. La estúpida fe. Es el acta de rendición de los derrotados. La cuestión es que no se puede ganar. Lo más razonable es entonces creer. ¿Pero quien quiere ser estúpido? La conciencia cede, se destruye a si misma, pero se aferra. Es lo único que te mantiene vivo. Claro que se puede vivir, siempre, como viven las plantas, de la gracia divina. En realidad así es siempre. Pero la juventud es un dulce engaño, tan bello como el amor y el placer. Tan excelso como la autoafirmación. Un destello de luz. Una crisálida transformada en mariposa. Un fruto maduro colgando en un árbol. Una flor reventada, rebosante de néctar. ¿Cómo ser indiferente a algo así?
El monje.
Ese día la niebla entró como un ladrón a través de las rendijas de la puerta y el marco de madera de la ventana. El monje descansaba sobre la paja humeda de su camastro. Sin percatarse de nada, permanecía sumido en un plácido sueño. Hacía frío y el sol se esmeraba en permanecer oculto tras las densas nubes. El monje despertó a la misma hora de siempre. Le gustaba levantarse antes que los demás y sentir la compañia de su soledad. Dejó que sus hábitos lo vistieran sin ningún esfuerzo. Después sus pies, que conocían a la perfección el itinerario, lo llevarón afuera.
La niebla matinal se disolvía gradualmente y algunos rayos solares se colaban calentando la tierra apresurando la evaporación del agua.
Las gallinas se paseaban por la tierra suelta buscando gusanos y restos de comida. El monje caminó hasta el desfiladero, desde donde podía mirar las aldeas dispersas a lo largo del valle. Algunas de las chozas ya humeaban. Seguramente las mujeres habían puesto las ollas para hervir el arroz.
El verdor del frío valle se contenía en los muchos cerros que se levantaban verticalmente hasta perderse en las nubes . El monje se sentó sobre una piedra de un buen tamaño y se perdió en la contemplación.
Continuara...
Aladino y sus yerbas mágicas.
Por Alek Kubak
I
Sus palabras rasgaron en ondas la tranquilidad del aire. Viajando a 350 m/s entraron sin pedir permiso por el caracol de tus oídos. Los golpeteos al tímpano fueron transformados en descargas eléctricas que generaron insólitos destellos en un laberinto de miles de millones de células. Todas ellas idénticas a tí mismo. Tus neuronas interpretaron estas tormentas y repitieron solo para tí y en mexicano, algo que por inverosímil, apenas pudiste entender. Le pediste que dijera el nombre otra vez, y comprobaste lo que se había dicho: Ximena.
Sin embargo, ese nombre no fue lo más inaudito, sino las palabras que venían emparentadas a él:
Tú, le, y gustas.
Pensaste que se trataba de una broma de tu buen amigo Juan, y como la información era demasiado buena para ser verdad, decidiste seguirle el juego.
"¿Y que más te dijo?"
"Dice que le gustaría tener sexo contigo"
"¿Qué?"
Repentinamente rompiste la barrera del sonido.
"Aja" le contestaste ya un poco repuesto.
"En serio, ¿qué no me crees?
"Claro que no"
"A tí también te gusta ¿no?
"Sí, pero, ¿qué no andaba con Luis?
"Ya no"
"Entonces que, ¿no te gustaría acostarte con ella?"
Silencio.
"Mira, si quieres yo le digo, y ya estuvo, ¿qu dices?"
"...Estaá bien... tu dile que si".
Hablaste sin pensar. Sencillamente, la idea te pareció extravagante. Hace unos meses ella era tan inaccesible, tan etérea. Ahora, tan solo con un conjuro, podía ser tuya, como si un genio enlamparado respondiera a tus órdenes. Esta idea te hizo temblar y sonreír.
Sin embargo, todas las lámparas que vienen de países exóticos traen un papelito dentro, con la siguiente advertencia escrita en un idioma incomprensible: "Ten cuidado con lo que pides, porque se te puede cumplir". Aún así frotaste la lámpara y esperaste a que el milagro ocurriera. Pronto tu sentido práctico te regresó a asuntos más mundanos y te olvidaste de todo el humo, la aparición, y la frase genial de "Tus deseos son órdenes amo".
II
Ese día te fuiste a escalar a la pared artificial del centro comercial. Era la primera vez que lo hacías y varios de los invitados habían desistido ante la amenaza de 8 metros de caída libre. Haces la cuenta: 9.8 metros sobre segundo al cuadrado, por 8 metros. Sabes que el caucho no será suficiente para amortiguar el impacto. Aún así insistes en demostrarle a los demás que tú si puedes mirar a los ojos del peligro. Pagaste los 100 pesos que costaba y firmaste una carta en la que te hacías responsable de tu desgracia. Leíste con calma todo el contrato y averiguaste si en las letras pequeñas no le vendías tu alma a nadie. Lo firmaste con el mismo sentimiento que embarga a quien deja una gran fortuna a sus parientes. Pensaste en escribir unas palabras para tu epitafio, pero desististe cuando te hicieron la presentación de los gatos y el arnés.
Subiste y bajaste durante varias horas, hasta que tus músculos se llenaron de ácido láctico y ya no podías soportar tu peso, mucho menos levantarlo un centímetro más. Animaste a otros en su lucha contra la gravedad hasta que la plaza se vació de gente y la música ambiental hizo tétricos ecos en las bóvedas del lugar. Decidiste acompañar a Jorge a su casa, ahí una cena (envidia de los zares) te esperaba. Comiste ávidamente los tacos de carnitas que estaban en la cacerola. No te detenían falsos pudores, pues sabías que tan pronto se vaciara, la mamá de tu amigo traería otra igual y todos comerían hasta saciarse.
Cuando todo parecía perfecto, te acordaste: Juan te había dicho que había hablado con Ximena y tenías una cita con ellos, precisamente hoy.
Tu no traías auto, y ya te estaban esperando. Marcaste a casa de Juan, te disculpaste por no estar en el lugar acordado y le pediste que pasara por tí. Ximena estaba con él y te habló unos segundos. Vendrían aproximadamente en media hora.
III
Cuando llegaron, ella traía puesta una blusa negra con una tela delgadita, Medusa lucía incomprensiblemente nerviosa, lo que te pareció tierno. Subieron al auto, ella se sentó en la parte de atrás contigo. La conversación ya estaba a la mitad y te costó trabajo participar. Permaneciste como gracioso testigo el resto del viaje. Cuando llegaron a tu departamento, sacaron cervezas. Ellla se puso a fumar. Pusiste a los “red hots” para ambientar el escenario. Todavía no sospechabas que tan calculado estaba el plan. Tuviste la esperanza de que Juan no había tenido el descaro de haberle dicho todo. Que equivocado estabas. Ellos pusieron el pretexto de que necesitaban ir por provisiones, a una de esas tiendas abiertas las 24 horas. Te dejaron con Ximena, solo. Hablaste de literatura y de cine. Estabas muy cansado. Ella te pidió que le hicieras “tillitas”. Tú no entendiste, y ante tu perplejidad, te explicó que quería que la acariciaras. Obedeciste torpemente. Te sorprendiste ante la suavidad de su piel. Después ella te dijo que estaba muy cansada y se metió a tu cuarto. Cuando entraste viste en el suelo sus tenis abandonados con desdén. Ella estaba bajo tus colchas y aparentaba dormir, te sentaste en la esquina de la cama. Te sentiste mareado. Cuando por fin te relajaste un poco, su voz te sacó bruscamente de tu falsa paz.
"¿Qué no vas a dormir?" te preguntó.
La habías visto ocupar toda tu cama, y no te atrevías a interrumpirla, ni siquiera decirle nada. Estúpidamente le contestaste:
"Es que no quepo"
"Por lo general la gente cuando se va a dormir, se quita la ropa"
Eso fue todo lo que dijo. Pensaste en la estructura de esta oración y te pareció bastante lógica. De un salto apagó la luz y se volvió a meter bajo las colchas. Entonces creíste que no había alternativa y empezaste a quitarte la camisa: un botón, y luego otro, y luego otro más, querías que el momento de quitar cada botón durara toda una eternidad. Y así fue. Pero la camisa promedio sólo tiene 5 botones. Mientras hacías esto, Ximena batallaba bajo las colchas intentando una discreta maniobra a través de la cual, si tus sospechas eran acertadas, trataba de despojarse de su escasa ropa. En un destello alcanzaste a ver su ropa interior. Cuando terminó, se volteó hacia la pared y permaneció quieta hasta que te sumergiste. Te enfrentó y sentiste como su fría lengua comenzó a explorar los rincones de tu boca. Tú ya no estabas ahí, te habías desintegrado. Eras solo un cuerpo inerte y sin vida. Después de la transmutación, Ximena siguió en su afán un poco más. Que espantosa sensación, tener plena conciencia de todo y no poder sentir nada.
Supones que ella sabía lo que pasaba, pero confiada en los poderes que su estirpe recibió de la serpiente, insistió. El hechizo no funcionó.
Desistió en sus ahíncos y te preguntó lo que sucedía.
Escuchó todo lo que quisiste decirle, y cuando terminaste, la abrazaste y comenzaron a besarse de nuevo. Tus labios sentían el hormigueo y la hinchazón que provocaron sus mordiscos. Te sentiste feliz. Indestructible. Ellos regresaron. Ella tenía hambre. La batalla había concluido, pero ella te invitó al DF. Pasaría la noche contigo, y tendrían todo el día para estar juntos. Te aferraste a ella, y no quisiste dormir. Si existía la perfección sólo podía ser así, pensaste.
IV
Ese día anduviste con ella por la zona rosa, entraron a una franquicia gringa de comida rápida y ella pidió pizza. Después fueron hasta Coyoacán y te llevó a una de esas librerías que siempre están rebosantes de lectores y hipíes anacrónicos, hambrientos por alimentar los sesos con cualquier papel que contenga letras impresas. La luz de neón imprimía un blanco clínico en los libros, la sensación te invitó a salir a un lugar más consonante con las 11 de la noche. Un pensamiento absurdo gritó para salir: estas librerías son los ¡oxxos de los letralcólicos! Ximena te acompañó a tomar uno de esos legendarios chocolates, la fila te pareció ridícula, (¿qué les pondrán yerbas mágicas?). Regresaron a su departamento. Ella vivía en un edificio de esos del centro de la ciudad que piden a gritos ser demolidos a cualquier desdichado que pase cerca. Entraste por la puerta metálica, inmediatamente te sentiste enclaustrado, la penumbra tiene su propia vibración saturada, subes por las escaleras empinadas y miras con atención el barandal amarillo que se retuerce de dolor. La puerta del departamento es de madera y tiene un agujero circular en donde debería estar la manija. Ximena lucha con un candado que fue puesto provisionalmente, hace ya varios años. Al entrar, el trepitar de la madera vieja da la sensación de caminar sobre arenas movedizas. En la sala ves una pequeña mesa sobre la que están dos bolas de meditación zen, no te puedes resistir al impulso de hacerlas sonar, los resortes producen un sonido agudo y estridente. Entran a su habitación, te cuenta que vive con una amiga lesbiana, ausente en ese momento. En su cuarto hay un colchón aventado sobre las vigas de madera. Su único mueble, una repisa colgada en a nadie le importó donde, luce un toca cd´s ochentero. A su lado hay algunos libros esenciales, como la Metamorfosis de Kafka y otros títulos de autores subterráneos y desconocidos.
Ella te deja por un momento. Permaneces acostado y miras el techo aún más alejado por tu cercanía con el piso. Un azul grisáceo envuelve el vacío del cuarto. Ella entra y se acuesta a tu lado, jugueteas con su lengua, ríes como nunca, ella también se siente feliz. Ese día ella dormirá a tu lado, y tú no podrás dormir en toda la noche. Tratas de engullir todo el momento, y no quieres exhalar el aire aprisionado.
V
Leíste vorazmente los libros, aprisionaste con furia las teclas, ríos de texto se formaron incesantemente en la pantalla, te creíste por un momento el cuento de que eras un estudiante. Esta conducta compulsiva no se volvería repetir. Querías que el fin de semana fuera tuyo y de Ximena, y de nadie más. Fuiste a la terminal tan pronto terminaron las clases. Era de noche, y las luces de la cuidad estaban nostálgicas, pero a tí no te importó, tú eras indestructible, nada podía interrumpir tu alegría interior.
Llegaste al lugar acordado, ella todavía estaba en turno y salió para ahuyentarte. Su falta hospitalidad te pareció grosera, esperabas una bienvenida más cálida. Aún así te resignaste y para matar el tiempo saliste a dar una vuelta por la universidad. Las luces contrastaban con la ausencia de sombras, el silencio abrumador y los larguísimos corredores. Miraste las innumerables torrecillas hechas con ladrillos que invocaron en ti la imagen de viejas fábricas. En uno de los salones de amplios ventanales viste a dos figurillas humanas uniformadas con trajes azules, limpiaban monótonamente los cristales y apilaban las bancas en un rincón. Te acercaste al laboratorio de fotografía, para tu sorpresa había una exposición del Mercado de la Merced, te intrigaron las bolsas de basura llenas de colorido. Cuando fuiste a verla por segunda vez le dijiste todo lo que la habías extrañado. Un amigo de ella ofreció llevarlos a la ciudad. En el minicompacto tu le confesaste lo que sentías por ella, y ella pareció complacerse de sí misma.
Fueron los tres a la Condesa, caminaron por varias callejuelas, con la promesa de encontrar chelas baratas hasta que llegaron a los anillos exteriores de la colonia. El bar estaba atestado, te pusieron en la lista de espera y fuiste a la barra por las bebidas. Tú te conformaste con la triste cocacola de siempre. Ella te besó y te sentiste incómodo por la presencia de los demás.
VI
A la mañana siguiente, ella tenía que ir a la universidad otra vez. Buscaron una tienda para comprar el desayuno. Le habías prometido tus legendarias crepas. En una tienda del seguro social, compraste cajeta, mermelada, leche, huevos, harina y jugo. En la cocina había una fuga de agua, así que pusiste unas cubetas para detener el encharcamiento. Encontraste la única sartén que había, y cuando conectaste la pequeña estufa de barro brincaron chispas y humo. Las crepas se pegaron y ensayaste varias veces hasta que fueron comestibles. Le pediste prestado el Llano en Llamas. Era sábado y el paseo de la Reforma estaba abandonado. Veías como el sol trataba de cruzar inútilmente a través de la ventana empolvada del microbús. Llegaron a la universidad, ella tenía que hacer un ensayo sobre algunos cuentos de F. Kafka, tu te pusiste a leer el Llano en Llamas. Cuando terminó, te pidió que revisaras la ortografía de su trabajo, te llamó la atención su análisis sobre el mono que sabía hablar, hablaron sobre el asunto, (es extraño tener conversaciones de este tipo en un sábado al medio día, así deben sentirse los alcohólicos que desayunan un vaso de vodka barato cada mañana).
Era tarde y hacía mucho calor, ella te preguntó si querías hacer algo en especial, pero el humor diurno ya te había contagiado. Como el que calla otorga, ella decidió que la acompañaras a ver a su amigo.
Llegaron a uno de esos condominios-hormigueros en las afueras de la ciudad. La luz amarillenta chillaba sobre el concreto. Las pequeñas ventanas negras se repetían en todas las direcciones. Subiste por la escalinata hasta el quinto piso. El sonido del viento te provocó una revoltura de tripas. Les abrió la puerta un sujeto extraño que tenía la mirada perdida. Pasaste hasta la sala como si fuera tu casa. En la mesa de cristal había una hoja de papel con secos hierbajos verdes triturados. El sujeto en cuestión puso los hierbajos en papel semitransparente y comenzó a armar pequeños cilindros. Ofreció la sustancia ilegal a tí y a Ximena. Tu negación fue respetada, pero para Ximena fue una oferta irresistible. Hablaste con el sujeto, te dijo que estudiaba filosofía. Una música electrónica repetitiva enfatizaba el humor nihilista con que había despertado la ciudad. Ella intentó que la acariciaras pero tú solo pensabas en el momento inaplazable cuando saldrían de ese lugar. Ella permaneció tirada en el sofá por más de dos horas, tu estabas en el suelo con la espalda recargada. La televisión estaba encendida, aparecían imágenes incoherentes que enloquecían con la música del estéreo. Te perdiste de ti mismo en esta visión.
VII
Salieron cuando el sol ya se había metido. Tomaron el colectivo que los llevó hasta la primera estación del Metro. Ella hablaba con su amigo. Tú estabas malhumorado y sentías como la estridencia de la luz solar todavía circulaba en tu sangre. En el camión alguien los miraba como quien trata de revelar un secreto. Cuando caminaste por las calles lanzaste conjuros contra la maldita ciudad. Saliste del metro y lo pateaste con furia. Ella te miró indignada. Tú le dijiste que probablemente ya te irías, ella te dijo que hicieras lo que quisieras.
Estaban otra vez en la zona rosa, la vida nocturna estaba despertando. Un grupo de los ridículamente llamados gays conversaban entre sí, y te miraron con lujuria. Tu les sonreíste cínicamente y les mandaste un beso. Ellos no entendieron tu afrenta y se sintieron halagados. Continuaste caminando, para Ximena habías dejado de existir.
Llegaron al departamento. El sujeto sacó algo que llamó hiter. Los viste empezar a fumar. Te sentías tan enfadado que decidiste jugar con ellos para olvidarte de tus demonios. Encendiste el hiter e inhalaste como si se tratara de una sustancia medicinal. Repetiste el procedimiento hasta que te cansaste de no sentir ningún efecto. Te burlaste de quienes hacían esto cotidianamente. Pensaste que eras inmune y te sentiste frustrado. De pronto empezaste a sentir una ligera inflamación en tus sienes, y la fuerza de gravedad perdió su universalidad. Los objetos se acercaban y alejaban intermitentemente. El tiempo se contraía y se dilataba, los sonidos perdieron coherencia. La tristeza y el enojo cedieron a un estado de tranquilidad, escuchaste tu propia risa que trataba de desbordarse y no pudiste hacer nada para contenerla. Ximena estaba a tu lado, con la misma mirada extasiada, y sentiste que la amabas con locura. Te diste cuenta que desde la tarde los lazos de comunidad estaban rotos y ahora, con el efecto mágico de la sustancia, se habían juntado de nuevo. Los tres fueron a su cuarto y ella puso “Riders on the Storm”, hasta ese momento no habías comprendido el verdadero alcance de esa música. Había algo que en Ximena que te resultaba insondable, trataste de buscar su mirada, pero mientras más empeño pusiste, ella más se resistió a abrir las ventanas de su alma. Esto te resultó insoportable, le enfrentaste con la pregunta franca y ella te respondió con una evasiva. Cuando se dio cuenta que no te rendirías te dijo algo que no esperabas escuchar. Te dijo que tú no eras quien ella pensaba, que no le interesabas en lo más mínimo y que se había equivocado. Era la primera vez que tu alma era la que hablaba por tí, y sabías que la que te respondía era el alma de ella. Pero su respuesta provocó que el techo se derritiera sobre tu cabeza. Te asomaste por la pequeña ventana de su cuarto, el tragaluz del edificio daba hacia un patio abandonado donde había fierro contorsionado y maleza. Pequeñas gotas caían sobre tu cabeza mientras mirabas el cielo amarillento por el reflejo de las luces de la ciudad, las nubes y la contaminación. Tuviste que salir de ahí, fuiste a la sala, pateaste el plato del gato, te aventaste sobre el sofá grasiento y las compuertas del llanto se abrieron sin darte la oportunidad de detener la inundación. Te deshiciste en quejidos de dolor. Ya compuesto regresaste con ella, le estaba leyendo poesía erótica al sujeto, que gracias a la droga comprendías con una intensidad nunca antes experimentada, pero sabías que no era para tí. El sujeto ya estaba inconsciente en el suelo. Le preguntaste si te podías quedar en su cuarto. Era la petición de un condenado muerte. Ella te dijo que si, que dormiría en la sala. El sujeto ya se había plantado en el sofá. Yo le dije que se quedara en su cuarto. Ella fue por el sujeto y entró con el. Eran las tres de la mañana. Yo salí del departamento para no volver nunca más.
La Navaja
Era una noche sofocante, húmeda e inquietante,
las estrellas brillaban en el firmamento, Él estaba
deprimido,
había llegado una llamada a su corazón; las horas
pasaban, el tiempo se iba.
Se sentía desolado, el mundo al cual había
pertenecido; ahora le daba la espalda, sus
sentimientos estaban confusos, él había descubierto
que toda su infancia había estado basada en una
mentira, todo en lo que había creído se había
desmoronado.
Y ahí estaba, el frío acero de esa navaja, maldita y
bendita, como fuego y hielo a la vez, la miraba, y
ella también lo miraba a él; lentamente, veía aquel
brillo infernal; los agonizantes susurros de aquel
viento de lluvia, aquellas lágrimas de sangre, aquel
enajenado deseo...
Y la navaja lo seguía observando; lentamente...
Maldita, maldita, seguía diciendo él, pero ahí estaba
inerte, calculadora, reflejando todo aquel
sentimiento...lentamente.
El silencio saciaba su sed de carne, el eco de esas
voces era insoportable, carne... carne... carne...!
Eso era como una tortura, lentamente...
Esa maldita navaja, replicaba él; pero la navaja no se
iría, siempre lo acompañaría a todas partes.
como si fuera su sombra, inerte,
pero... él la amaba, la quería, la
deseaba y ella lo miraba, lentamente...
Realizado por Evgeni Fedotov
y Alexander Kubak.
(1997)
PARÁBOLAS:
EL HOMBRE QUE CAMINA
Hubo una vez un hombre, que después de estar parado,
Vio a su alrededor, penso, y se dijo a sí mismo:
Veo muchos caminos y decidió seguir uno.
Y caminó y camino... y de repente se pregunto:
¿Para qué camino?, y se detuvo...
Y estos eran dos hombres, ¿dos?, era solo uno,
el otro, era tal vez un espejo.
Murió el hombre, y el espejo lloró...
Una mentalidad de nuestras tierras.
Había una fruta sobre un ramo alto y otra sobre un
pequeño arbusto.
Pasaron por ahí dos hombres, el primero quería la del
ramo y no la podía alcanzar,
el otro deseaba la del arbusto y la tomó,
pero entonces el primer hombre asesino al segundo
comió de la fruta y murió envenenado.